Escucha el diálogo y rellena los huecos con las palabras que faltan.
–Tengo hambre, ¿y tú?
–Yo también. ¿Qué hora es?
–Ya son las nueve. Voy a cenar. ¿vienes conmigo? Te invito.
–Vale. ¿Dónde vamos a cenar?
–¿Qué tal en un japonés?
–Uy, es un poco caro. Mejor, en un chino.
–No, por favor, siempre vamos a un chino.
–Entonces, vamos a cenar a un mexicano, ¿vale?
–Muy bien. ¡Y después de cenar, vamos a bailar!
–Hoy no, hoy tengo que volver a casa pronto. Voy a preparar una presentación antes de dormir.